Escurrir el bacalao puesto en remojo el día anterior, al cual se le ha debido de ir cambiando el agua.
Poner agua a hervir y escaldar brevemente el pescado para poder quitarle bien la piel, las espinas y trocearlo.
Freír en aceite las cebollas bien picaditas y, antes de que se doren, añadirles el tomate y el perejil, también bien picados. Salpimentar muy levemente en el caso de la sal porque luego el bacalao es muy salado.
Pasar el sofrito de tomate por el chino o la batidora.
Por otro lado, se machacan bien los ajos y se sofríen en aceite, en una cazuela de barro.
Incorporar el pescado y, antes de que tome color, agregar la salsa de tomate. Dejar cocinarse unos minutos, añadiendo agua si redujera demasiado líquido.
Variantes y trucos.
Para hacer la salsa un poco más sabrosa, se le puede añadir unas cucharaditas de tomate frito de bote. Otra opción es hacerlo con un sofrito de tomate casero o de bote, o con pisto que tengamos de otro día.
El bacalao es un pescado blanco que, como todo el pescado de este tipo, posee una gran cantidad de minerales, proteínas, vitaminas y poquísima grasa. Cocinado con tomate apenas se le añaden calorías, con lo que tenemos un plato muy sabroso y con mucho fundamento que no engorda nada.
|